Las profundas
raíces del
internacionalismo de los
cubanos
Jorge
Risquet Valdés, miembro
del Comité Central del Partido
Comunista de Cuba y del
Consejo Asesor de la revista
Tricontinental
Cuando en la mayor de las
Antillas no había cuajado
aún la conciencia nacional
y España la calificaba como
“la siempre fiel Isla de
Cuba”, no pocos hombres
nacidos en esta tierra pelearon
como combatientes
internacionalistas en las
guerras de independencia
de América. Decenas
de cubanos se incorporaron
al ejército libertador de
Simón Bolívar en la larga
y cruenta campaña bélica
para expulsar de América
Latina al colonialismo español.
Un
solo nombre bastaría para
aquilatar la pasión con
que aquellos hijos
de un país esclavo abrazaban
la causa emancipadora de
Nuestra América: el general
José Cedeño Infante, mulato
bayamés caído en la batalla
de Carabobo que dio la independencia
a Venezuela.
Es
el propio Bolívar, el polvo
ensangrentado del combate
aún en su uniforme, quien
escribe al día siguiente
de la decisiva victoria:
…murió del modo heroico
que merecía terminar la
noble carrera el Bravo de
los Bravos de Colombia.
Tres grandes jefes comandaron
las tropas del Libertador
en la histórica batalla:
los generales Páez y Cedeño
y el coronel Plaza. Solo
José Antonio Páez sobrevivió
a la enconada contienda.
Poco
antes de iniciarse
en 1868 nuestra primera
gesta independentista, las
guerras justas atrajeron
la audacia y la sed de libertad
de valientes cubanos. Los
hermanos Adolfo y Federico
Fernández Cavada se destacaron
en las fuerzas de Abraham
Lincoln durante la Guerra
de Secesión contra
el sur esclavista. Adolfo
alcanzó el grado de capitán.
Federico se enroló en 1861
y por su bravura ascendió
a capitán, luego a comandante,
y finalmente a teniente
coronel jefe del Regimiento
de Pennsylvania. Hecho prisionero
en la gran batalla de Gettysburg,
liberado mediante canje,
se reincorporó a la
lucha hasta el final en
abril de 1865.
La
experiencia militar de ambos
sería de gran utilidad en
los campos de Cuba, donde
encabezaron el alzamiento
de la región suroccidental
de Las Villas en febrero
de 1869. El mayor
general Federico Fernández
Cavada fue hecho prisionero
y fusilado por el mando
español. Adolfo, que
alcanzó igual grado militar,
murió en la manigua de fiebres,
ambos en 1872.
Cuando en Guáimaro
el Gobierno de Cuba en Armas
le confiere el cargo de
general en jefe del Ejército
mambí a Manuel de Quesada
Loynaz, recién llegado a
Cuba al frente de la expedición
del “Galvanic”, se tuvo
en cuenta la larga y heroica
hoja de servicios que había
prestado al hermano pueblo
mexicano.
En
la lucha contra la
invasión europea y el establecimiento
en México en 1864 de la
monarquía católica de Maximiliano,
archiduque de Austria, Benito
Juárez, líder de aquella
resistencia nacional, tiene
en Quesada un bravo y brillante
oficial que había dirigido
el primer combate contra
la invasión francesa en
Veracruz, en 1862. Su cuerpo
de caballería, Lanceros
de Quesada, libra múltiples
combates victoriosos contra
las fuerzas napoleónicas.
Al triunfar la causa patriótica
en 1867, con el fusilamiento
del emperador europeo,
Manuel de Quesada era general
de división.
II
La
participación de hombres
de otras tierras en nuestras
dos guerras de independencia
fue tan numerosa como variada,
por el origen de aquellos
combatientes internacionalistas.
Se calculan en unos tres
mil procedentes de once
naciones. Por centenares
se sumaron españoles amantes
de la libertad radicados
en la isla y chinos traídos
a mediados de siglo como
coolies, entre los que nunca
hubo un traidor. Acudieron
voluntarios de más de una
veintena de países. Otras
cifras son elocuentes: 24
alcanzaron el grado de general
y 14 el de coronel,.
Muchos nombres podrían representar
esta miríada de generosos
peleadores por nuestra independencia:
de los internacionalistas
que cayeron en la primera
guerra, ninguno más joven,
bravo, intrépido, audaz,
abnegado, brillante y exitoso
en el combate que el norteamericano
Henry Reeve.
Incorporado a las huestes
de Lincoln, aún adolescente,
como tambor de un batallón
de voluntarios de Nueva
York, apenas había cumplido
los 19 años cuando llega
a Cuba en la expedición
del “Perrit” en mayo de
1969. Al quinto día del
desembarco se produce el
primer encuentro con el
enemigo. Reeve se
destaca por su osadía y
recibe balazos en un brazo
y en el tórax. A fines de
ese mismo mes, junto a un
grupo de mambises prisioneros,
es acribillado y dado por
muerto. Reeve recibe
cuatro balazos, pero no
resultan fatales.
Recobra el conocimiento,
se escabulle dentro del
montón de cadáveres.
Vaga por campos que no conoce
donde las personas hablan
un idioma que no entiende.
Al fin se encuentra con
una patrulla mambisa y es
llevado a un hospital de
sangre. Luego es ascendido
a sargento.
Se
traslada a Camagüey, conoce
a Ignacio Agramonte, a cuyas
órdenes combate durante
tres años hasta el día aciago
del 11 de mayo de 1873 en
que El Mayor cae en Jimaguayú.
El Inglesito, como cariñosamente
le llamaban los mambises,
ascendió peldaño a peldaño
hasta el grado de coronel.
A las órdenes de Máximo
Gómez, dirige la caballería
en el combate victorioso
de Santa Cruz del Sur donde
es gravemente herido. Desde
entonces, le quedó una pierna
completamente inútil. No
podía combatir de otra forma
que amarrado a la montura
de su caballo.
Solo una vez pelean juntos
los brigadieres Antonio
Maceo y Henry Reeve, a las
órdenes del mayor general
Máximo Gómez, el 4 de julio
de 1874, aniversario 98
de la independencia de Estados
Unidos: en Camujiro, cerca
de la ciudad de Puerto Príncipe.
La tropa colonialista es
derrotada, deja sobre el
campo 60 muertos.
Reeve recibe dos heridas.
En
enero de 1875 cruza con
Gómez la trocha de Júcaro
a Morón. En Yaguaramas,
cercado por la fuerza contraria
y muerto su caballo, usa
la última bala de su revólver
para no caer prisionero
el 4 de agosto de 1876.
El general jefe de la División
de Occidente y Colón había
participado en 400 acciones
combativas.
Herido en diez combates,
el único que acumuló más
cicatrices de guerra fue
el general Antonio Maceo.
Reeve fue el oficial mambí
que llegó con sus fuerzas
al punto más occidental
en la isla durante la Guerra
de los Diez Años. Vanguardia
de las tropas de Gómez en
su campaña de Las Villas
y en el empeño de realizar
la invasión, su caballería
cruza el Hanábana en noviembre
de 1875 y permanece en la
región de Colón hasta el
mes de julio de 1876.
Sus diarias acciones combativas
siembran el pánico y el
asombro del Gobernador español
en Cuba llegó hasta Madrid.
Si
El Inglesito es excelso
ejemplo de los combatientes
internacionalistas en la
Guerra Grande, otro gigante
dominicano desde la primera
carga al machete, el 4 de
noviembre de 1868, hasta
el último disparo en la
Guerra del 95, simboliza
en el más alto grado la
entrega plena e incondicional
a la causa de la abolición
de la esclavitud y la independencia
de Cuba, a la que dio toda
la energía de su carácter
y su genio militar incomparable:
El Generalísimo, Máximo
Gómez Báez.
III
Jamás
hubo discriminación o celo
por parte de los mambises
hacia estos hermanos que
vinieron a dar su contribución
voluntaria y desinteresada.
El pueblo cubano en armas
agradecía el gesto sublime
de aquellos hombres y adquiría
conciencia de la deuda contraída.
Carlos Manuel de Céspedes,
en su condición de presidente
de la República en Armas,
así lo expresaba en conmovida
carta de pésame al venezolano
F. Aurrecochea, cuyos
dos hijos murieron en la
manigua. Uno de ellos, José
María Aurrecochea Irigoyen,
cayó en 1870 con el grado
de general. El otro, Enrique,
que había sido ayudante
del Padre de la Patria,
dejó de existir dos años
más tarde: “…sus valientes
hijos” –escribe desde la
Residencia del Ejecutivo,
el 21 de julio de 1873–
“han pagado el tributo común
de la humanidad por servir
generosamente la causa
de un pueblo hermano que
en los días de su prosperidad
indudablemente no echará
en olvido su abnegación
y sus servicios”.
José Martí y Antonio Maceo
abrazaban el mismo ideal
internacionalista que el
expresado por el Padre de
la Patria. Martí lo
definiría: “Patria es humanidad”.
Maceo compartía ese noble
sentimiento: mi alma y mi
corazón siempre han sido
para Cuba y para bien de
la humanidad.
El
Apóstol, al constituir el
Partido Revolucionario Cubano
en 1892, define que
se funda para liberar a
Cuba y contribuir a la liberación
de Puerto Rico. Fiel
a este objetivo, el Titán
de Bronce afirma: Cuando
Cuba sea independiente solicitaré
del gobierno que se constituya,
permiso para hacer la libertad
de Puerto Rico, pues no
me gustaría entregar la
espada dejando esclava esta
porción de América.
José Martí, en vísperas
de su caída de cara al sol
en Dos Ríos, escribe: “…ya
estoy todos los días en
peligro de dar mi vida por
mi país y por mi deber –puesto
que lo entiendo y tengo
ánimos con que realizarlo–
de impedir a tiempo con
la independencia de Cuba
que se extiendan por las
Antillas los Estados Unidos
y caigan, con esa fuerza
más, sobre nuestras tierras
de América. Cuanto hice
hasta hoy, y haré, es para
eso.”
IV
En
la república neocolonial
de la Enmienda Platt, luego
del letargo en que el pueblo
cubano quedó sumido por
la frustración de su lucha
por la verdadera independencia,
resurge en la década de
los años veinte el espíritu
internacionalista. Rubén
Martínez Villena publica
la revista Venezuela Libre
–para denunciar a la tiranía
de Juan Vicente Gómez en
la patria natal de Bolívar–,
que más tarde se convertiría
en América Libre, vocero
de la Liga Antimperialista
de Cuba.
Julio Antonio Mella organiza
el Primer Congreso Nacional
de Estudiantes en
1923, cuya declaración final
se pronuncia “contra todos
los imperialismos y especialmente
en contra de la intromisión
del imperialismo yanqui
en nuestros asuntos interiores
(…) contra la aplicación
y existencia de la Enmienda
Platt”, y por el establecimiento
de las relaciones con la
Unión Soviética. Mella cae
asesinado en 1929 en México,
cuando desarrollaba una
lucha continental contra
el imperialismo.
En
la década de los años treinta,
para decirlo con las palabras
de Fidel Castro en el informe
al Primer Congreso del PCC,
“el movimiento revolucionario
internacional concentra
su atención en la
lucha antifascista.
“Surge en el año 1936, la
guerra civil en España,
donde los enemigos de la
República son apoyados en
la sublevación por Hitler
y Mussolini. Se movilizan
las Brigadas Internacionales
que allí escribieron una
de las más hermosas páginas
del internacionalismo proletario.
Nuestro pueblo envió casi
mil combatientes a luchar
en España contra el fascismo.
Nunca podremos olvidar que
allí dieron su vida
generosa hombres del calibre
y la dimensión humana de
Pablo de la Torriente Brau.
Esta es, a nuestro juicio,
una de las más nobles y
heroicas contribuciones
al movimiento revolucionario
mundial de nuestro
primer Partido Comunista,
inspirador de esta acción
solidaria.”
En
Cuba el sentimiento internacionalista
tendría dos expresiones
muy tangibles en un joven
estudiante que, un lustro
más tarde, asumiría frente
a los muros del Moncada
el rol histórico de líder
de la Revolución Cubana.
Fidel Castro al enrolarse
en la llamada expedición
de Cayo Confite, en el verano
de 1947, organizada supuestamente
con el propósito de ayudar
al pueblo dominicano a derrocar
la satrapía de Trujillo,
expresa en los hechos
su vocación latinoamericanista
y sentirse deudor
de Máximo Gómez, Modesto
Díaz, los hermanos
Luis, Francisco y
Félix Marcano y otros dominicanos,
que nos enseñaron a pelear
junto a los mambises por
la independencia de Cuba.
En
Bogotá estalla la insurrección
popular ante el asesinato
del líder Eliécer
Gaitán, el 9 de abril de
1948. Fidel, de visita
en el país en tareas de
la organización estudiantil,
se suma a la indignación
reinante, logra empuñar
un fusil, es un internacionalista
que voluntariamente se une
a la lucha de un pueblo
hermano.
V
El
yate “Granma” llega a las
costas de la patria el 2
de diciembre de 1956. Entre
los 82 expedicionarios encabezados
por Fidel venían varios
combatientes internacionalistas,
uno de ellos los representa
a todos: Che Guevara.
La
Revolución Cubana
triunfa tras dura lucha
25 meses después, el
Primero de Enero de 1959,
gracias al heroísmo, el
sacrificio, la creciente
unidad del pueblo y la certera
dirección de Fidel Castro.
Nuestras propias fuerzas
fueron suficientes para
derrotar a la tiranía pese
a su enorme superioridad
militar.
El
imperio norteamericano puso
en juego inmediatamente
todos sus recursos, desde
la agresión militar hasta
el bloqueo económico, para
liquidar a la revolución.
Durante aquellos años cruciales,
la solidaridad multifacética
del campo socialista europeo
y muy especialmente
de la Unión Soviética, así
como de China y Corea del
Norte en Asia, nos ayudó
a hacer frente en todos
lo campos a la embestida
imperialista, a resistir
y a vencerla.
Jamás olvidaremos aquella
ayuda generosa y oportuna.
En
el mismo año 1959, el tirano
dominicano Rafael Leónidas
Trujillo protagonizó una
conspiración contra nuestro
país. Todo terminó en un
vergonzoso fracaso
para el dictador quisqueyano.
Mientras tanto, un grupo
de revolucionarios dominicanos
e internacionalistas cubanos
se preparaban en nuestros
campamentos para trasladarse
a la isla vecina e iniciar
la lucha armada contra el
régimen más sanguinario
que había conocido Latinoamérica
hasta entonces. El intento
fracasó ya que el traidor
Díaz Lanz informó a la CIA,
de la cual era agente, y
esta a “Chapita” Trujillo.
Conocida es la identificación
y la solidaridad de nuestro
partido con los hermanos
pueblos de Centroamérica
y sus organizaciones revolucionarias,
el Frente Sandinista de
Liberación Nacional
(FSLN) de Nicaragua; el
frente Farabundo Martí para
la Liberación Nacional
de El Salvador (FMLN) y
la Unión Revolucionaria
Nacional de Guatemala (URNG),
durante las últimas cuatro
décadas.
Los
combatientes contra las
sangrientas tiranías de
Pinochet en Chile y de los
gorilas de Argentina y de
Uruguay, contaron siempre
con la solidaridad política
y material de la Revolución
Cubana.
Igualmente Cuba brindó su
más decidido apoyo a gobiernos
progresistas como el de
Omar Torrijos en Panamá
y su lucha por el rescate
del canal; al heroico presidente
socialista de Chile, Salvador
Allende, como hoy lo hace
con el de Lula en Brasil
y el de Chávez en la República
Bolivariana de Venezuela,
por citar los casos más
destacados.
Para culminar este capítulo
de la solidaridad con los
pueblos de Nuestra América,
es obligado referirse a
la más alta, audaz y heroica
expresión de internacionalismo
de estos tiempos: la columna
guerrillera del Che en Bolivia,
bien conocida gracias a
que Cuba, sin temor a revelar
las relaciones de nuestra
revolución con esta epopeya,
publicó el Diario del Che
en Bolivia, prologado por
Fidel, con un insuperable
análisis de lo ocurrido
en los once meses exactos
que recogen las incidencias
del texto.
Tal
como Fidel vaticina en el
prólogo, el Che y su ejemplo
cobran extraordinaria fuerza
cada vez mayor en el mundo,
como su nombre y sus banderas
de lucha contra la injusticia
entre los oprimidos y explotados.
Guevara reclamaba en su
mensaje a la Tricontinental:
“…que se desarrolle un verdadero
internacionalismo proletario
(...) que la bandera bajo
la cual se luche sea la
causa sagrada de la redención
de la humanidad (...) Cada
gota de sangre derramada
en un territorio bajo cuya
bandera no se ha nacido,
es experiencia que recoge
quien sobrevive para aplicarla
luego en la lucha por la
liberación de su lugar de
origen.”
El
pensamiento del Che parece
referirse a los hermanos
Federico y Adolfo Fernández-Cavada,
a Manuel Quesada,
y coincide con el emotivo
mensaje de Céspedes al venezolano
Aurrecochea. Es el mismo
pensamiento internacionalista
de Martí, Maceo y Gómez,
de Mella y de Rubén, de
Pablo de la Torriente Brau
y de Fidel Castro.
VI
Los
revolucionarios cubanos
desde la Sierra Maestra
habían seguido la epopeya
de la Revolución Argelina,
su heroica lucha por la
independencia del yugo colonial
francés.
En
1961 se establecen relaciones
con los dirigentes del Frente
de Liberación Nacional.
En enero de 1962 la nave
cubana “Bahía de Nipe” desembarca
armamento en el puerto mediterráneo
de Casablanca: más de un
millar y medio de armas
para los patriotas argelinos
del FLN. Los fusiles de
fabricación norteamericana
habían sido capturados al
ejército batistiano.
Las piezas de artillería
eran de origen europeo adquiridas
por Cuba. El barco trae
a su regreso casi un centenar
de guerrilleros heridos
y de niños huérfanos.
Después de lograda la independencia,
en septiembre de 1963 la
monarquía expansionista
marroquí ocupa puestos fronterizos
dentro del territorio argelino
y amenaza continuar la agresión
si no son satisfechas
sus reclamaciones territoriales.
La República de Argelia
no cuenta con armas modernas
ni organización militar
idónea que impida el avance
del agresor y solicita colaboración
cubana para salvaguardar
la integridad territorial.
El gobierno cubano responde
positivamente, sin dilaciones,
al pedido del presidente
Ben Bella. Envía hacia Argelia
una avanzada de cuadros
militares por avión y una
fuerza blindada de 700 efectivos
que viaja en los buques
“Aracelio Iglesias” y “González
Lines”. El primero llega
al puerto argelino de Orán
el 22 de octubre y el segundo
una semana después.
Hombres y armas se concentran
en Bedeau y logran rápidamente
la plena disposición combativa.
La presencia del Grupo Especial
de Instrucción –como es
bautizado el contingente–
constituye un disuasivo
para la monarquía de Rabat.
Ambas partes llegan a un
acuerdo de alto al fuego.
Marruecos desiste de sus
reclamaciones. Posteriormente
entrega el territorio ocupado.
Durante seis meses, los
oficiales cubanos entrenan
a los combatientes argelinos
en el manejo de los tanques,
morteros, artillería terrestre
y aérea; entregan todo el
armamento a Argelia y emprenden
el regreso a la patria.
VII
En
el primer trimestre de 1965
el comandante Ernesto Guevara
realiza un recorrido por
siete países de África,
en el cual recepciona peticiones
de ayuda militar de parte
de tres movimientos revolucionarios
armados: el Movimiento Popular
para la Liberación de Angola
(MPLA), el Partido Africano
para la Independencia de
Guinea Bissau y Cabo Verde
(PAIGCV) y el Consejo Supremo
de la Revolución Congolesa
(CSRC), que agrupa a los
lumumbistas de la ex colonia
belga. Por su parte, Massemba
Debat, presidente del Congo
ex francés, pide el
envío de una fuerza militar
cubana frente al peligro
de una agresión del régimen
vecino de Tshombé-Mobutu-Kasavubu
del otro Congo.
La
dirección de nuestro país
acepta ofrecer la ayuda
solicitada fiel a su doctrina
internacionalista y su repudio
al colonialismo y al racismo.
El propio Che encabeza la
columna que colabora con
el movimiento lumumbista.
El 24 de abril de 1965 cruza
junto a otros trece compañeros
el lago Tanganika desde
la orilla tanzana hasta
la congolesa.
Se
inicia la epopeya de Cuba
en África Subsahariana,
que se prolongaría por un
cuarto de siglo, más un
año, un mes y un día.
La
columna del Che llega a
tener unos 120 combatientes
cubanos y permanece en el
este del Congo hasta el
21 de noviembre. En los
siete meses la columna cubana,
junto con los guerrilleros
lumumbistas, libra
numerosos y desiguales combates
en más de cincuenta acciones,
donde el enemigo sufre varias
decenas de bajas. Por nuestra
parte seis cubanos ofrendaron
sus vidas en aquella gesta.
Actuando en nombre de los
Acuerdos de la Cumbre de
la OUA en Accra, que confía
en la promesa de Kasavubu
de que el millar de mercenarios
blancos pagados por Estados
Unidos que luchan contra
la rebelión lumumbista abandonarían
el país, Tanzania plantea
a la columna cubana que
debe salir del Congo, petición
que es confirmada por los
jefes lumumbistas sobre
el terreno, quienes decidieron
recesar la lucha dadas las
desfavorables condiciones.
En
realidad la rebelión estaba
ahogada por los mercenarios
blancos y las fuerzas que
estos encuadran con superior
armamento y empleo de la
aviación de guerra. Las
fuerzas mercenarias–mobutistas
tenían pletórico respaldo
logístico y cuatro aviones
C 130 de Estados Unidos
con tripulación y custodia
de marines, todos norteamericanos,
para abastecerlas y transportarlas.
El
Che resume la experiencia
de este episodio africano
en su breve libro Pasajes
de la Guerra Revolucionaria:
Congo, y comienza su preparación
para el nuevo reto: Bolivia.
El
batallón “Patricio Lumumba”
–segunda columna en la cuenca
del Congo– actúa en la ex
colonia francesa. Para agosto
de 1965 tenía 260 efectivos
y estaba dotada de artillería
ligera terrestre y antiaérea,
lo necesario para cumplir
sus múltiples misiones:
defender el país junto a
su pueblo en caso de una
agresión extranjera; organizar
batallones de milicias para
fortalecer la capacidad
de enfrentamiento al enemigo
externo y el proceso político
interno; colaborar con el
MPLA, tanto instruyendo
y peleando junto a sus guerrilleros
en Cabinda como organizando
columnas que penetren en
la profundidad de Angola;
organizar y enviar una fuerza
lumumbista para el
frente del líder guerrillero
Pierre Mulele en la región
del Kwilo; y lo más importante,
cruzar el río Congo tras
la Columna No.1 del Che
si el curso de la rebelión
lumumbista así lo aconsejaba.
Todos los objetivos fueron
cumplidos, incluida la evitación
de un golpe militar contra
el gobierno. Otras tareas
imprevistas también se suman,
tales como la labor del
grupo médico del batallón
en el hospital de Brazzaville
y su campaña de vacunación
contra la poliomielitis,
así como el envío a Cuba
de 254 jóvenes congoleses,
primer gran contingente
de becarios extranjeros
que recibe nuestro país.
Sin embargo, no se pudo
cumplir el objetivo más
importante, la unión de
ambas columnas, dado el
ocaso del movimiento armado
lumumbista. Nuestro batallón
en su composición completa
permanece en Brazzaville
y en otros lugares del país
durante diecisiete
meses.
El
primer cargamento de armas
enviado a los guerrilleros
de Guinea Bissau llega a
Conakry en el barco “Uvero”
el 14 de mayo de 1965, solicitado
por el líder de PAIGCV,
Amílcar Cabral al comandante
Guevara. Un año después,
cumpliendo una petición
de Amílcar a Fidel, el 14
de junio de 1966 arriba
el primer grupo de 31 voluntarios
cubanos, instructores–guerrilleros
y médicos-guerrilleros.
Al año siguiente la cifra
se eleva a 60. Una fuerza
de tal dimensión se mantiene
permanente en Guinea Bissau,
aunque el personal es relevado
a los dieciocho meses o
dos años.
El
PAIGCV convoca, en octubre
de 1972, la Asamblea Popular
Nacional en las áreas
liberadas y proclama la
República. Al mes
siguiente la Asamblea
General de la ONU reconoce
su legitimidad.
En
enero de 1973, el máximo
líder del PAIGCV es vilmente
asesinado por agentes al
servicio de Portugal. En
su homenaje se realiza la
Operación Amílcar Cabral
que causa una enorme cantidad
de bajas a los colonialistas,
cuya presencia se reduce
a la ciudad capital.
En
abril de 1974 se produce
en Portugal la Revolución
de los Claveles. El gobierno
lusitano surgido tras el
derrocamiento de la tiranía
fascista reconoce a la República
de Guinea Bissau meses después.
Un
nutrido grupo de instructores
militares cubanos permanecen
en el país, en la tarea
de convertir las fuerzas
guerrilleras en el
Ejército Nacional de la
flamante república.
Entre el 28 de diciembre
de 1973 y el 15 de enero
de 1975 una brigada de tanques
de nuestras Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR)
combate junto a las fuerzas
de Siria, a petición de
su gobierno, enfrentando
la agresión de Israel. Tres
décadas después de aquella
criminal invasión israelí,
parte del territorio sirio,
las Alturas de Golán, permanece
ocupada por las tropas sionistas
con el apoyo de Estados
Unidos.
VIII
El
reconocimiento de la independencia
y de las autoridades que
ejercerían en gobierno transcurre
también sin problemas en
Mozambique con el FRELIMO.
No obstante en el caso de
Angola, además del MPLA,
única organización verdaderamente
patriótica, no tribalista
ni racista, con un programa
popular de desarrollo para
el nuevo Estado, existían
dos organizaciones títeres,
el FNLA y la UNITA. Portugal
las trata a todas por igual
e impone las condiciones:
un año más de permanencia
de sus tropas en Angola
y, mientras tanto, instala
en enero de 1975 un gobierno
de transición cuatripartito
–la metrópoli y los tres
movimientos– para la preparación
de elecciones a una Asamblea
Constituyente y el acceso
a la independencia.
En
marzo tropas zairotas entran
en Angola. A fines
de ese mes, junto a las
bandas del FNLA, atacan
a las del MPLA en
Luanda, sin que el ejército
portugués interviniera,
como era su obligación.
Detrás está la mano de la
CIA. El gobierno de
Estados Unidos decide llevar
a cabo una operación encubierta
en Angola para evitar que
el MPLA acceda al poder.
Para ello cuenta con la
participación del gobierno
de Mobutu en Zaire y del
régimen del apartheid en
Sudáfrica. Pese al descarado
apoyo al FNLA y a la UNITA
en armas e instructores
de Estados Unidos y Sudáfrica
y de las tropas zairotas,
el MPLA se enfrenta resueltamente
a esta coalición que Kissinger
personalmente auspicia y
supervisa. En septiembre
el MPLA domina toda la costa,
desde Cabinda hasta Mozámedes
y 12 de las 16 provincias
del país.
Cuba satisface la urgente
solicitud del MPLA. Envía
al país medio millar de
instructores así como armas
y demás suministros para
formar 40 unidades a nivel
de batallón y batería destinadas
al nuevo ejército que el
naciente Estado pondría
en pie para su defensa.
En
la primera semana de octubre,
arriban nuestros hombres
y el cargamento bélico en
tres barcos e inmediatamente
se crean cuatro centros
de instrucción en diferentes
direcciones del extenso
país y se empiezan a entrenar
las primeras unidades. El
día 14 un peligro mortal
se cierne sobre Angola.
Una poderosa columna blindada
sudafricana penetra en el
país e inicia su rápido
avance hacia el norte en
dirección a Luanda.
La
primera resistencia la encuentran
en Caporolo, una fuerza
de infantería integrada
por angolanos y cubanos
del centro de instrucción
del sur de Benguela, el
2 de noviembre. En
esta acción el enemigo pierde
cuatro blindados y sufre
sensibles pérdidas, pero
dada su superioridad logra
proseguir su marcha.
En el combate caen cuatro
cubanos, hay varios heridos
y desaparecidos; las bajas
angolanas son más numerosas:
sangre de los dos pueblos
se funde sobre tierra africana.
El
día 4, al conocerse en Cuba
la noticia, la dirección
del país, encabezada por
el Comandante en Jefe, toma
la histórica decisión de
enviar las primeras unidades
de combate hacia Angola:
por vía aérea un batallón
de tropas especiales y por
mar un regimiento de artillería.
Se inicia la Operación Carlota.
Las
fuerzas zairotas y el FNLA
con refuerzos sudafricanos
y de mercenarios blancos
atacan el día 6, y con fuerzas
mayores repiten la acción
el día 10 en las posiciones
patrióticas en Kinfangondo,
20 kilómetros al norte de
Luanda con el objetivo de
penetrar en la capital.
En ambas ocasiones son rechazadas
por unidades de las Fuerzas
Armadas Populares de Liberación
de Angola (FAPLA) y parte
del personal cubano y angolano
del centro de instrucción
de N’Dalatando.
En
esos mismos días, entre
el 8 y el 11 culminan exitosamente
los combates de rechazo
a la invasión de unidades
regulares de Zaire y mercenarios
blancos en Cabinda, donde
los instructores cubanos,
sus alumnos angolanos del
centro y otras tropas de
las FAPLA aniquilan el intento
enemigo que deja en su retirada
cientos de cadáveres sobre
el terreno. Luanda y Cabinda
estaban salvadas.
En el primer minuto del
11 de noviembre de 1975,
el presidente Agostinho
Neto, en medio de una impresionante
multitud enardecida, anuncia
al mundo el nacimiento de
la República Popular de
Angola.
El
batallón de Tropas Especiales,
cuya primera compañía llega
al aeropuerto de Luanda
el 9, se emplea en el frente
sur, junto a los combatientes
del centro de instrucción
de Benguela y unidades de
las FAPLA. Para el
14 de noviembre, los invasores
sudafricanos y los fantoches
de la UNITA son detenidos
en la línea Porto-Amboim-Gabela-Kibala
a 225-300 kilómetros de
Luanda, baluarte defensivo
que jamás podrían
rebasar. A medida que nuevas
unidades cubanas llegan
a Angola, los racistas empiezan
a retroceder hacia el sur,
dejando tras de sí los puentes
destruidos.
Cuando el 27 de marzo de
1976 el último soldado racista
cruza el río Cunene, fronterizo
con Namibia, más de 35 mil
combatientes cubanos junto
a miles de soldados de las
FAPLA habían expulsado al
enemigo de la tierra angolana
en el sur, en el norte,
en el este y en Cabinda.
Angola estaba salvada.
Derrotada la agresión imperialista–racista,
el ministro de las Fuerzas
Armadas, comandante Raúl
Castro, viaja a Luanda.
Propone y acuerda con el
gobierno angolano la retirada
gradual de las tropas cubanas
en un plazo de tres años,
tiempo necesario para la
construcción de unas fuerzas
armadas capaces de defender
el inmenso y codiciado territorio
de la república. Antes del
primer aniversario de la
victoria, un tercio del
contingente militar cubano
ya había regresado a la
patria.
Pero graves acontecimientos
obligan a detener el plan
de retirada: las llamadas
primera y segunda guerras
de Shaba en marzo de 1977
y mayo de 1978, que atraen
a esa zona cercana a la
frontera nororiental de
Angola a tropas marroquíes
y paracaidistas franceses
y belgas, y la acción genocida
de racistas sudafricanos,
el 4 de mayo de ese último
año en el campamento de
refugiados namibios de Kassinga,
en el sur del país, con
un saldo de 600 muertos
y 350 heridos graves, la
mayor parte de ellos mujeres,
ancianos y niños no beligerantes.
Desde entonces hasta 1987
más de 20 mil soldados cubanos
permanecen en Angola con
la tarea esencial de impedir
una nueva invasión sudafricana
a profundidad. El grueso
de la tropa internacionalista,
incluyendo su aviación,
ocupa la línea Mozámedes,
Lubango, Matala, Jamba,
Menongue, que se extiende
desde el Atlántico hasta
la capital de la provincia
suroriental de Cuando Cubango,
fronteriza con Zambia y
Namibia, a lo largo de 600
kilómetros y a unos 260
al norte de la frontera
con Namibia ocupada por
tropas de Pretoria.
En
el curso de estos años tienen
lugar numerosas batallas
y combates donde cubanos
y angolanos se defienden
heroicamente y propinan
la derrota del enemigo.
En agosto de 1983,
la 32 brigada ligera de
las FAPLA acantonada en
Cangamba, en el sureste
del país, que cuenta con
92 asesores cubanos, resiste
durante nueve días el cerco
y asalto de fuerzas
varias veces superiores,
bandidos de la UNITA, armados
y asesorados por Sudáfrica.
El enemigo sufre unas 2
000 bajas entre muertos
y heridos –en buena parte
por la acción aérea cubana–,
se retira sin recoger sus
últimos muertos y tiene
que desistir de atacar Luena,
capital provincial de Moxico,
donde pretendía proclamar
la “República Negra del
Sur de Angola”.
En
Sumbe, capital de la provincia
de Kuanza Sur, no hay tropas,
solo 230 cooperantes civiles
cubanos, de ellos 43 mujeres
y la población angolana.
En marzo de 1984 se produce
el ataque de una fuerza
de 1 500 facinerosos
de la UNITA con el
fin de secuestrar y someter
a cautiverio a técnicos
extranjeros, cubanos y de
otras nacionalidades. Las
autoridades provinciales
angolanas y los dirigentes
del contingente civil cubano
tenían elaborado un plan
para enfrentar a posibles
agresores. Medio millar
de hombres armados hacen
frente a los bandidos que,
sigilosamente, en la madrugada
de aquel día domingo habían
ocupado un sector periférico
de la ciudad. Tras sufrir
cuantiosas bajas, los bandidos
detienen su avance. Aviones
y helicópteros cubanos basificados
en Luanda (270 kilómetros
al norte) acuden en apoyo
de los heroicos defensores.
El enemigo huye precipitadamente.
La
patria se siente orgullosa
de ustedes e inclina sus
banderas de combate ante
los siete héroes caídos,
expresó Fidel Castro en
emotivo mensaje a los internacionalistas
de Sumbe, constructores,
educadores y médicos.
IX
La
victoria de Angola frente
a la invasión extranjera
en 1976, la permanencia
de las tropas cubanas en
este país y la activa colaboración
con los zimbabwanos, namibios
y sudafricanos repercuten
favorablemente en la solución
futura de Zimbabwe, más
tarde en Namibia y
finalmente en Sudáfrica.
En
un mensaje del Comandante
en Jefe al presidente Neto,
en febrero de 1977, del
que fui portador, expresaba:
El imperialismo ha de conocer
lo que hace Angola por Zimbabwe;
lo que hace Angola por Namibia;
lo que hace Angola por África
del Sur. En términos concretos,
nada menos que entrenando
en su territorio a 20 mil
combatientes de esos tres
países oprimidos por los
racistas.
Con
ello Angola corre un peligro,
pero es un peligro que vale
la pena correr; es un deber
inexcusable de solidaridad
e internacionalismo.
Esta preparación de los
combatientes de los tres
pueblos oprimidos por el
régimen racista del apartheid
y su criatura Ian Smith
se mantiene durante toda
la década de los años ochenta
y constituye una ayuda decisiva
a la lucha de los patriotas.
En Angola, el gobierno presidido
por Neto primero y Dos Santos
después, y los de Cuba y
de la Unión Soviética, colaboraron
estrechamente en el empeño
por la liberación de África
de la opresión racista.
En
medio de ese esfuerzo en
África Subsahariana en julio
de 1977 se inicia la guerra
de agresión de Somalia contra
Etiopía. El gobierno revolucionario
encabezado por Mengistu
Haile Marian desarrolla
una labor gigantesca por
transformar ese país, asolado
durante 40 años por la tiranía
corrupta y rapaz del emperador
Haile Selassie y convertido
en una de las naciones más
pobres del mundo.
Los
expansionistas somalos del
gobierno de Siad Barre reclaman
más de 300 mil kilómetros
cuadrados de suelo etíope
en la región del Ogadén.
Sus fuerzas, mejor armadas
por el Sha de Persia, Egipto
y otros países árabes reaccionarios
y, más adelante, por la
OTAN, habían logrado penetrar
hasta las inmediaciones
de Harar y Dire Dawa, donde
los patriotas etíopes ofrecían
una resistencia heroica.
Etiopía pide ayuda a Cuba
en diciembre de 1977 para
detener el avance somalo,
empujarlo hasta sus fronteras
y salvar la integridad territorial
del gran país del Cuerno
de África. El 22 de enero
de 1978 entran en combate,
junto a los etíopes, los
internacionalistas cubanos.
Es el bautismo de fuego
de la Operación Protesta
de Baraguá.
A
más de 15 mil kilómetros
de nuestra isla, para llegar
por avión se necesitaban
dos días y por barco tres
semanas. Tropas blindadas
cubanas junto a la
valiente infantería etíope
logran conjurar el peligro
que se cernía sobre estas
dos ciudades y hacer retroceder
al enemigo. En 42 días de
combates conjuntos y avance
incesante las tropas de
patriotas e internacionalistas
toman el día 5 la ciudad
de Jijiga, ocupada por el
invasor desde septiembre
del año anterior. La victoria
sobre el último y principal
bastión de los invasores
quiebra el apetito expansionista
del régimen somalo. Sus
tropas se retiran en fuga
hacia la frontera. La integridad
territorial del país se
restableció el 11 de marzo
de 1978. Durante varios
años un fuerte destacamento
de tropas cubanas permanece
en Etiopía hasta que el
peligro de un nuevo intento
somalo deja de existir.
X
En
noviembre de 1987 fuerzas
sudafricanas y bandas de
la UNITA detienen una poderosa
columna de las FAPLA que
avanza hacia Mavinga, el
punto más lejano del sureste
angolano y emprenden la
persecución de las fuerzas
en retirada. En la zona
de Cuito Cuanavale, donde
se reagrupan las brigadas
elite de la FAPLA que integran
la columna, se crea una
situación peligrosa para
estas, pues el enemigo,
dotado de gran cantidad
de blindados y novedosos
cañones G5 y G6 y
fuerte aviación de combate,
avanza con el propósito
de liquidar la agrupación
de tropas allí concentradas
en posición defensiva.
En
esta ocasión, los agresores
sudafricanos no esconden
su identidad como en 1975.
Por el contrario, el presidente
racista Pieter W. Botha,
revista con un grupo de
ministros sus tropas en
el interior de Angola y
le da publicidad a la visita.
Tal arrogancia solo puede
explicarse por el apoyo
de Estados Unidos y la tenencia
de seis bombas atómicas,
“secreto” que sus aliados
norteamericanos no desconocen
y que la dirección cubana
sospecha.
El
presidente angolano Dos
Santos solicita ayuda a
Cuba para conjurar la debacle
que puede sufrirse en Cuito
Cuanavale. El 15 de noviembre,
tras un cuidadoso
análisis en reunión presidida
por el Comandante en Jefe,
se acuerda responder positivamente
a la petición angolana.
Las fuerzas que integran
la línea Mozámedes–Menongue
no debían debilitarse por
lo que fue necesario el
envío de nuevas fuerzas.
De inmediato los mejores
pilotos de Cuba se sitúan
en la base de Menongue para
desde allí golpear al enemigo.
Después de mes y medio de
diario hostigamiento con
artillería terrestre y fuego
aéreo, el 13 de enero
se produce el primer intento
de asaltar las posiciones
angolanas en Cuito Cuanavale.
Logran penetrar pero tienen
finalmente que retirarse.
Para el segundo intento,
igualmente fallido, el 14
de febrero, ya tropas cubanas
combaten junto a las FAPLA
en Cuito. Nuevamente en
los días 19 y 20 de aquel
mes son rechazadas las arremetidas
de los blindados de Pretoria.
El 25, en una nueva tentativa,
los tanques enemigos caen
en los campos de minas y
sufren serias pérdidas.
En dos nuevas acometidas,
el 1ro y el 23 de marzo
resultan derrotados los
asaltantes.
Las
andanadas artilleras de
los racistas a cualquier
hora del día o de la noche,
iniciadas en diciembre,
prosiguen durante todo un
semestre; pero no hay nuevos
intentos de ataques
terrestres. Cuito Cuanavale
se ha convertido en un bastión
inexpugnable y una trampa
para el enemigo.
Entretanto, el refuerzo
cubano sigue llegando y
su organización y avance
hacia el suroeste tiene
en cuenta la posibilidad
de un golpe nuclear de un
enemigo sin escrúpulos y
desesperado, como es el
régimen del apartheid. En
tiempo récord se construye
una pista de aviación
en Cahama, que acerca nuestra
fuerza aérea de combate
a la frontera y posibilita
incluso golpear los aeródromos
militares del norte de Namibia.
Antes de mediados de año
habían llegado desde la
mayor de las Antillas todos
los refuerzos. Se eleva
a más de 50 mil la cantidad
de combatientes cubanos
en Angola. Estrechamente
unidos con el grueso de
nuestras fuerzas desplegadas
en el sur, muchos miles
de combatientes de las FAPLA
y de la SWAPO forman cohesionadas
unidades decididas a expulsar
a los indeseables racistas.
XI
Ha
surgido la posibilidad real
de combates en la frontera
o más al sur. Namibia
deja de ser un refugio seguro
para las tropas del apartheid.
A principios de mayo con
el auspicio de Estados Unidos,
que funge como “mediador”,
se inician en Londres las
negociaciones entre Sudáfrica
de un lado y Angola y Cuba
del otro. Un segundo encuentro
tiene lugar en el Cairo
a fines de junio, en el
cual se fija otro para la
segunda semana de julio
en Nueva York.
Dos
días después de la reunión
de Egipto, ante un ataque
provocador sudafricano,
pasado el mediodía del 27
de junio, en Calueque, poblado
angolano ubicado a unos
15 kilómetros de la frontera,
nuestros Mig-23 asestan
un golpe demoledor contra
la guarnición racista
del complejo hidroeléctrico.
De los 50 sudafricanos
apostados allí, la mayoría
es aniquilada, probablemente
algunos logran escapar y
uno queda con vida y ánimo
para registrar el hecho
en una pared, en idioma
afrikáner (existe prueba
fotográfica), con la siguiente
frase lapidaria: Los Mig-23
nos han partido el corazón.
Durante los siguientes seis
meses se efectuaron negociaciones
en diversas ciudades del
mundo (Nueva York, Ginebra,
Brazzaville) en medio de
un alto al fuego, en que
los sudafricanos pretendían
ganar tiempo para efectuar
sus elecciones municipales
y regatear acerca de los
términos del calendario
de retirada de las tropas
cubanas, toda vez que los
plazos perentorios de salida
de Namibia de las tropas
de ocupación de Pretoria
estaban determinados con
precisión en la Resolución
475/78 de la ONU para la
independencia de esta nación
de África suroccidental.
El
22 de diciembre de 1988
se firman en la ONU los
Acuerdos para la Paz en
el suroeste de África. Tuve
el honor de presidir la
delegación cubana que participó
de ese momento histórico
en Nueva York, como antes
lo había hecho en los encuentros
iniciales de Londres y el
Cairo. El 21 de marzo de
1990 el proceso de descolonización
de Namibia culmina con el
triunfo de la SWAPO
en las elecciones y el ascenso
de San Nujoma como jefe
del Estado naciente.
Nuestra delegación vibró
de emoción junto a todo
el pueblo de Namibia cuando
en Windhoek descendió del
mástil la bandera del apartheid
y se elevó soberana la enseña
nacional de Namibia. Y otra
emoción no menos intensa
vivimos aquel día, el abrazo
de Nelson Mandela, libre
ya para siempre y al frente
de la lucha de su pueblo
victorioso.
Con
36 días de antelación a
la fecha fijada en los Acuerdos
de la ONU, el 25 de mayo
de 1991 llegan a La Habana
en cinco aviones los últimos
cientos de combatientes
internacionalistas que quedaban
en Angola.
Termina exitosa la epopeya
militar de Cuba en África
negra, iniciada por el Che
el 14 de abril de 1965.
Se había extendido durante
26 años, protagonizada por
380 mil combatientes y 70
mil colaboradores civiles,
450 mil hombres y mujeres
de nuestro pequeño país.
Dos mil de ellos ofrendaron
generosamente sus vidas
por la causa de la libertad
y el progreso de África.
XII
En
los doce y medio años siguientes,
desde aquel 25 de mayo de
1991 hasta hoy, Cuba sigue
prestando su colaboración
internacionalista a África.
El uniforme verde olivo
del combatiente fue sustituido
por la bata blanca del médico,
de la enfermera, del laboratorista.
El
espíritu solidario de la
Revolución Cubana hacia
los pueblos hermanos no
se expresa solo en la colaboración
con la lucha armada por
la liberación y la defensa
de su territorio soberano,
sino en la ayuda en las
esferas de la salud pública,
la educación, la construcción
y en numerosos otros
campos de la ciencia y la
técnica, así como en el
auxilio urgente en casos
de desastres naturales.
Hoy
vivimos en un mundo unipolar.
Somos víctimas de
una guerra económica genocida
por parte de Estados Unidos
que ya dura más de cuatro
décadas y amenazados de
una guerra de agresión,
preventiva y sorpresiva,
tal y como lo proclama la
nueva doctrina militar neofascista
de W. Bush. El campo socialista
y la URSS desaparecieron
hace mucho tiempo y la Unión
Europea se pliega a la política
hostil norteamericana contra
esta pequeña isla.
La
opinión pública mundial
podría considerar que no
estamos en condiciones de
brindar ayuda solidaria
a otros pueblos, en la actual
situación que enfrenta nuestro
país y el universo. Sin
embargo, los que así piensen
se asombrarán con los siguientes
datos:
Hasta el 30 de octubre de
2003, 13 mil 291 cubanos
y cubanas brindan el concurso
de sus modestos esfuerzos,
dicho con las palabras del
Che, en un centenar de países
del mundo. El desglose de
estas cifras es el siguiente:
En
América y el Caribe 10 366
colaboradores en 39 repúblicas;
2 574 en 29 Estados africanos;
136 en 18 naciones de Asia
y Medio Oriente y 135 en
15 países de Europa.
Más
del 35% de estos trabajadores
internacionalistas corresponde
a médicos y técnicos de
la salud, que previenen
y curan enfermedades y
salvan vidas en 64 países
del orbe. Al mismo tiempo
parte de este personal ejerce
la docencia en facultades
de medicina y escuelas de
enfermería en 17 países.
Las dos terceras partes
de la colaboración en el
terreno de la salud
que Cuba presta, es con
carácter gratuito. En otros
casos, se trata de naciones
con recursos para compensar
la prestación de esos servicios
o son patrocinados por organizaciones
internacionales.
A
esta cifra habría que agregar
más de 10 mil médicos y
de otras especialidades
de la salud que a lo largo
del segundo semestre del
año 2003 llegaron a la República
Bolivariana de Venezuela.
Se trata de un personal
con 10 o más años de graduado
que ha realizado anteriormente,
al menos, una misión internacionalista.
Ello quiere decir que la
revolución, pese a sus dificultades
de Periodo Especial, mantiene
la misma política que inauguró
el 24 de mayo de 1963
cuando llegó a Argelia,
recién liberada del yugo
colonial, una misión médica
cubana integrada por 45
hombres y 10 mujeres: 29
médicos, 3 odontólogos,
15 enfermeros y 8 técnicos
medios de la salud.
En
aquellos años Cuba
contaba con solo 3 000 médicos,
ya que una cantidad similar
había emigrado a Estados
Unidos, cuyo gobierno hacía
todo lo posible por dejarnos
sin profesionales en todas
las esferas y especialmente
en esta, la más humanitaria
y necesaria de todas, lo
cual subraya el carácter
inescrupuloso y criminal
de la política imperialista
contra Cuba.
Para no abrumar con datos,
diremos que en cuarenta
años transcurridos 54 mil
968 trabajadores de la salud
han prestado sus generosos
servicios en 94 países del
mundo, sin contar el actual
contingente que labora en
Venezuela.
XIII
Si
en cualquier lugar del universo
acaece un desastre natural
de envergadura, Cuba está
dispuesta a prestar su urgente
auxilio sin tener en cuenta
para nada el régimen social
o el carácter del gobierno
del territorio afectado.
Ejemplo de ello es la ayuda
brindada al pueblo de Chile
cuando sufrió los
terremotos de 1960 y 1971.
A Perú en 1970, hacia
donde se envió no solo ayuda
médica de urgencia, sino
también la sangre que 100
mil cubanos donaron para
las víctimas del desastre.
Posteriormente, brigadas
cubanas de la construcción
edificaron 15 centros hospitalarios
en el país andino.
Cuando el terremoto que
asoló a Nicaragua en 1972,
gobernaba allí el odiado
tirano de la dinastía de
los Somoza. Ello no fue
óbice para que inmediatamente
llegara el hospital de sangre,
el personal de salud y los
medicamentos necesarios
en estos casos. Desgraciadamente,
los medicamentos fueron
objeto de la voracidad financiera
de Somoza.
Honduras en 1974 recibió
igual solidaridad, en este
caso el desastre fue un
ciclón. Argelia en
1980, México en 1985, El
Salvador en 1986, Ecuador
en 1987, Armenia en 1988
e Irán en 1990, contaron
con nuestra presencia solidaria
ante los terremotos que
los asolaron.
En
abril de l986, el accidente
nuclear en una de las plantas
atomoeléctricas de Chernobil
produjo una tragedia humana
de enormes proporciones.
Cuba ofreció inmediatamente
ayuda médica a las niñas
y niños afectados por el
siniestro. El hermoso campamento
de pioneros de Tarará, en
el litoral habanero, se
convirtió en sanatorio para
los que sufrieron los efectos
de la nube radiactiva. Además
del personal médico allí
situado, se utilizaron los
servicios especializados
de otros centros de salud.
Desde 1990 hasta la fecha
20 400 pacientes,
en su inmensa mayoría menores
de edad, han sido y continúan
siendo tratados en Cuba
procedentes de Ucrania,
Bielorrusia y Rusia, ya
que hasta varias regiones
de las tres repúblicas eslavas
llegaron los efectos del
desastre.
Nicaragua sandinista en
1988 sufrió un ciclón y
recibió nuestra ayuda. Igualmente
en 1990, por las intensas
lluvias e inundaciones de
la costa Atlántica de ese
país, y en 1992 por la erupción
del volcán Cerro Negro.
En
el heroico Vietnam la Brigada
Médica Cubana, bajo el emblema
de la Cruz Roja, realizó
en el periodo de mayo de
1972 a enero de 1973 un
total de 1 969 operaciones
en condiciones de guerra,
muchas veces bajo los bombardeos
yanquis, sin contar
las curaciones y otras asistencias
menores.
Por
Vietnam, los cubanos estábamos
dispuestos a dar hasta nuestra
propia sangre. Cientos de
miles de voluntarios se
inscribieron en Cuba para
ir a pelear al país de Ho
Chi Minh si era necesario.
El pueblo vietnamita tenía
suficientes combatientes.
Solo aceptó ayuda material
y la presencia de la brigada
médica.
Asimismo en 1973, una fuerza
militar cubana actuó en
la República Árabe de Siria
cuando su pueblo se enfrentaba
a la agresión israelí.
El
total de trabajadores internacio-nalistas
cubanos que han marchado
a colaborar con otros pueblos
hasta hoy, desde la Brigada
Médica de Argelia en 1963,
es de 178 mil 501: cerca
de 86 mil en África, más
de 71 mil en América y el
Caribe, más de 16 mil en
Asia y Medio Oriente y casi
4 000 en Europa; 160 países
en total de los cuales el
90 por ciento corresponden
al Tercer Mundo.
Además del sector de la
salud, la colaboración en
la rama de la educación
ha sido muy importante aunque
solo ha alcanzado gran masividad
en países de habla hispana
y portuguesa, como Nicaragua
y Angola. Actualmente un
novedoso sistema cubano
de alfabetización masiva,
con la ayuda de la radio
o de videocasetes se utiliza
en varios países del mundo
y de un modo particularmente
exitoso en la República
Bolivariana de Venezuela.
Las
construcciones, por el número
de trabajadores movilizados,
resultan también de los
aportes más importantes.
En el deporte es muy
solicitada la presencia
especializada de Cuba. La
industria azucarera, la
agricultura marchan a la
cabeza de las ingenierías
de los más diversos perfiles.
Junto con el envío de técnicos
y especialistas cubanos
al exterior nuestra ayuda
al Tercer Mundo se ha materializado
en el número de becarios
que han cursado en Cuba
sus estudios de nivel medio
y superior.
Durante muchos años la Isla
de la Juventud, al sur de
La Habana, fue el lugar
donde los sueños de los
jóvenes se hacían realidad.
Por allí pasaron 52 mil
200 estudiantes de 44 países.
En
su visita a la isla-escuela,
Julius Nyerere, entonces
presidente de Tanzania,
afirmó emocionado No hay
sitio más bello bajo el
sol. Antes y después de
la existencia del centro
universal de enseñanza (1977-1997),
todas las instituciones
de estudios superiores de
Cuba, institutos tecnológicos
y escuelas de nivel medio
superior han estado y están
siempre abiertas para los
jóvenes del mundo.
En
cuarenta años se han graduado
–desde 1963– más de 40 mil
profesionales de otros países
y se han adiestrado en especialidades
alrededor de 12 mil. En
el curso iniciado en 2002
se matricularon en Cuba
12 mil 698 estudiantes en
diferentes niveles, procedentes
de cuatro continentes (en
estas cifras no está incluida
la Escuela Latinoamericana
de Medicina, ELAM).
Nuestro país, que al triunfo
de la revolución contaba
con una población de 6 y
medio millones de habitantes,
el 23,6 por ciento mayor
de diez años era analfabeta,
el 45 por ciento de los
niños de 4 a 14 años no
asistían a la escuela y
la población mayor de 15
años presentaba un nivel
educativo promedio inferior
a tercer grado. Hoy posee
un nivel medio general de
noveno grado y desde 1959
se han graduado más de 700
mil profesionales
universitarios.
XIV
Una
nueva institución que hubiera
hecho exclamar a Nyerere
de nuevo es la Escuela
Latinoamericana de Medicina.
El
primero de noviembre de
1998 en la clausura del
XII Fórum de Ciencia y Técnica,
frescos aún los recuerdos
de las más horrendas imágenes
que los huracanes “George”
y “Mitch” dejaron
a su paso por Centroamérica
y el Caribe, Fidel dio a
conocer al mundo la creación
de este proyecto maravilloso.
En septiembre del año siguiente
comenzó el primer curso
con 1 933 alumnos.
Cuba había enviado
brigadas integradas por
cientos de médicos y personal
de la salud a estos países
tan cercanos y queridos,
que se mantienen desde entonces,
prestan sus servicios en
los lugares más abruptos
e inhóspitos donde en muchos
casos nunca se había visto
un médico y allí desarrollan
un Programa Integral de
Salud.
El
proyecto consistía en ofrecer
a jóvenes de esas localidades
y países desfavorecidos
becas para estudiar medicina,
con el propósito de que
regresaran a sus lugares
de origen dentro de seis
o siete años a sustituir
a los médicos cubanos.
A
cinco años de enunciado
el propósito, hoy estudian
en la ELAM jóvenes de 24
países, 19 de ellos latinoamericanos
y caribeños y 4 africanos.
El país número 24 es Estados
Unidos de América, donde
los pobres no pueden pagar
los costosos estudios de
medicina.
Cada año en la ELAM ingresan
1 500 nuevos alumnos y se
llegará en los seis
primeros años a un total
de diez mil estudiantes.
La mayoría provienen de
familias humildes y de lugares
apartados. Están representados
más de cien grupos étnicos
con sus culturas y costumbres,
sus ideologías y creencias
religiosas, todo lo cual
se respeta, formándose esta
gran diversidad en función
de una unidad cultural que
contribuye al enriquecimiento
y formación de todos con
la participación activa
de cada uno de los
integrantes.
Dentro de veinte meses se
graduarán los primeros cientos
de alumnos de la ELAM, que
al concluir el sexto año
de su carrera harán el examen
estatal para recibir el
título de Doctor en Medicina.
Con
esta iniciativa, Fidel nos
enseña una vez más,
que la práctica del internacionalismo
es pagar nuestra propia
deuda con la humanidad.
REFERENCIAS
•
Briceño Peroso, Mario. Antonio
Maceo. La voz del huracán.
Ed. Italográfica SRL. Caracas,
1991
• Cairo, Ana. Mella 100
años. Ed. Oriente.
Ed. la Memoria. Santiago
de Cuba–La Habana, 2003.
• Carrizo, Juan. Discurso
del 21 de noviembre de 2003.
Granma, 22 de noviembre
de 2003.
• Correa Wilson, Roberto.
Ogaden. Ed. Ciencias Sociales.
La Habana, 1988.
• Espinosa Martín, Ramón.
La Batalla de Cabinda.
Ed. Verde Olivo. La
Habana, 2000.
• Franco, José L.
Antonio Maceo. Apuntes para
una historia de su vida.
Ed. Ciencias Sociales. La
Habana, 1975.
• Frank, Waldo. Bolívar,
nacimiento de un mundo.
Ed. Huracán. La Habana,
1974.
• Gleijeses, Piero. Misiones
en Conflicto. La Habana,
Washington y África.
1959-1976. Ed. Ciencias
Sociales. La Habana,
2002. “Truth or Credibility:
Carter, Castro and the Invasions
of Shaba”.
International History Review,
febrero de 1996.
• Gómez Balboa, Francisco.
Diccionario Enciclopédico
de Historia Militar. Ed.
Verde Olivo, La Habana,
2001.
• González Barrios, René.
Almas sin fronteras. Generales
extranjeros en el Ejército
Libertador. Ed. Verde Olivo.
La Habana, 1996.
• Guevara, Ernesto. Diario
del Che en Bolivia. Comisión
de Orientación Revolucionaria
del CC del PCC. La Habana,
1972. Pasajes de la Guerra
Revolucionaria: Congo. Ed.
Grijalbo, Barcelona, 1999.
• Lacalle Zausquest, Enrique
Orlando. Cuatro siglos de
historia de Bayamo.
Ed. Bayamo, Bayamo, 1947.
• Liebermann, Z. Jacobo.
Tiempo de Bolívar 1783-1830.
Ed. Presidencia de la República,
Tomo I. Venezuela, 1989.
• López Blanch, Hedelberto.
Bendición cubana en tierra
sudafricana. Ed. Política.
La Habana, 1999.
• López Blanch, Hedelberto.
Historias secretas de médicos
cubanos. Ocean Press, Melbourne
(Para publicar).
• Maceo, Antonio. Ideología
Política. Cartas y otros
documentos. Ed. Ciencias
Sociales, Tomo I. La Habana,
1998.
• Martí, José. Obras Completas.
Ed. Ciencias Sociales, Tomo
IV. La Habana, 1975.
• Martínez Puente, Silvia.
Cuba más allá de los sueños.
Ed. José Martí, La Habana,
2003.
• Ministerio para la Inversión
Extranjera y la Colaboración
Económica. “Informe de balance”.
Octubre de 2003.
• Muñoz Valdés, Gilberto.
Los que combaten la muerte
y simbolizan la paz. Movimiento
por la Paz .La Habana, 2001.
• Portuondo, Fernando y
Hortensia Pichardo. Carlos
Manuel de Céspedes, Tomo
I, Ed. Ciencias Sociales.
La Habana, 1973.
• Risquet Valdés, Jorge.
El Segundo Frente del Che
en el Congo: Historia del
batallón Patricio Lumumba.
Ed. Abril. La Habana, 2000.
“El Che, fuente de inspiración
de nuestra lucha victoriosa
en África”. Revista
Temas, 2004.
• Sarabia, Nydia. Entre
la memoria y el tiempo.
Ed. Verde Olivo. La Habana,
1996.
• Valdés, Teresa. “El amor
engendra la maravilla”.
Revista Tricontinental,
Nro.156, 2003.
|